Testimonio de Marta


El 22 de Julio muy temprano, comenzó nuestra peregrinación hacia Ávila-Santiago y Fátima. Los días previos los viví muy removida por dentro, con muchísima ilusión y muy emocionada. En mi mochila venían conmigo mucha gente que quiero y que por distintas circunstancias lo están pasando mal y han estado muy presentes cada día.

Ha sido nuestro primer viaje con Providencia y el poder realizarlo con nuestros hijos ha hecho que sea completo, el poder compartir con ellos tantos momentos y tan bonitos nos ha hecho ser más conscientes de lo afortunados que somos y de las GRACIAS que tenemos que dar a Dios y a la Virgen por todo lo que tenemos.

 

De Ávila, me quedo con la entrada en Providencia de Jose en el monasterio de la Encarnación, ahí casi que no conocíamos del todo al grupo y éste ha resultado ser uno de los mejores regalos del viaje y una inquietud creciente por conocer más sobre la vida de los santos.

 

Del Camino, han sido muchos los momentos, el ofrecerle cada día al Señor: el madrugón, el esfuerzo, el cansancio por todas esas personas que venían en mi corazón, le daba un sentido a cada etapa. La sonrisa, el cariño y el apoyo de cada persona del grupo; las conversaciones, los momentos de abrir el corazón; el ver disfrutar tanto a los niños; las catequesis, las misas del peregrino en cada etapa; el grupo de misioneros entregados; el grupo de sacerdotes y seminaristas, que nos ha acompañado y que ha hecho posible que vivamos tan intensamente cada momento y el poder compartir con ellos algunos ratos y hablar de corazón; el poder tener tiempo para pararme, para rezar y para pedirles al Señor y a la Virgen que cambien mi corazón y que me ayuden a superar tantas barreras (el miedo al qué dirán, la falta de valentía a defender mi fe en grupos que no comparten mis creencias…) Y poco a poco el Señor me ha ido hablando a través de muchas personas… Otro de los muchos momentos muy emotivos, fue la llegada a la Plaza del Obradoiro; el rezar delante del sepulcro del santo apóstol y dejar allí esa mochila que venía conmigo, rezar por todas esas personas que me habían acompañado y dejar a los pies del sepulcro esa parte de mí, que me impide avanzar, fue otro de los momentos que guardo en mi corazón. Y tantas muestras de cariño por parte de los jóvenes, de los matrimonios, de los misioneros y del grupo de sacerdotes y seminaristas, han hecho de este viaje una experiencia INOLVIDABLE.

 

Y cuando pensaba que el viaje ya estaba completo, llegamos a Fátima. Allí se respiraba algo ESPECIAL, comencé a entender el mensaje de la Virgen, la importancia de rezar el Rosario y se llenó de momentos mágicos para el grupo y para mi familia. El rezo del Rosario, la procesión de las velas, el vía crucis… Otro momento que guardo en mi corazón, fue el encuentro de Ana con la sobrina de sor Lucía, en fin… Han sido muchos los momentos INOLVIDABLES y ante todos mi agradecimiento enorme a Providentia por haber hecho posible esta peregrinación.

 

Nuestro CAMINO continúa, que el Señor y la Virgen nos acompañen siempre en cada paso que damos.