Testimonio de ricardo


CAMINO DE VIDA

 

Al final, bien podríamos simplificar la experiencia vivida y comparar, no sin alejarnos mucho de la realidad, el camino de Santiago con el camino de nuestra vida.

 

A lo largo de nuestras vivencias personales tenemos un camino por recorrer, algunas veces fácil porque el terreno así lo permite, y otras veces más complicadas. Un camino en el que pasamos por muchos estados de ánimo, y donde el medio que nos rodea nos influye. Nos encontramos con gente por casualidad que no tiene nada que ver con nosotros, y también con personas a quien podemos llegar a querer. Vivimos experiencias de dolor, de alegría, de euforia… Por eso me gusta comparar el camino que lleva hasta los restos del Apostol Santiago con el camino de nuestra vida.

 

En esta segunda experiencia recorriendo tierras gallegas (he vuelto a tener esta dicha), he ido escuchando y observando todas y cada una de las historias que me han rodeado. Niños pequeños que saben rezar con una sinceridad ejemplar y que están recibiendo el mejor regalo que unos padres pueden ofrecerle, una educación firme y cerca del mensaje del Evangelio. Que ejemplo tan maravilloso son los niños pequeños. Jóvenes que se abandonan a lo que Dios quiere decirles e incluso se abandonan a ellos mismos, ofreciendo su vida para el ministerio sacerdotal, como son nuestros queridos seminaristas Alejandro, Rubén y Mario, ejemplos de sinceridad consigo mismos y con Dios. Matrimonios jóvenes y fuertes, que ofrecen su amor al Señor sin ningún tipo de pudor, a pesar de la sociedad que nos rodea, y personas mayores, cuya fe es sólida e inquebrantable.

 

He vivido momentos duros en los que el dolor ha sido casi insoportable, pero al final, cuando piensas en el objetivo que tienes en mente, ¿qué importa más?. Seguramente Jesucristo podría haber decidido no ofrecer su cuerpo por la humanidad, pero así lo hizo, sin ninguna reserva. Por lo tanto, todo lo que nosotros podamos ofrecer siempre será inferior a tan magna muestra de amor.

 

He aprendido como una persona puede abandonarse a la voluntad de Dios, y dejarse llevar por un rayo de luz que Él le ha mostrado, y a pesar de eso, sentirse insignificante y sentir que es poco lo que ha hecho.

 

Al final, es importante el medio, claro que si, pero éste pierde toda importancia si nos fijamos en el destino y meta de nuestra vida. Sabemos quién y qué es el final, por lo tanto, las vicisitudes del camino solo serán una anécdota interesante de la que debemos aprender hasta llegar a la meta.

 

Y ejemplo de saber llevar el camino de la vida son para mi los Sacerdotes. ¡Qué inmensa suerte tenemos en Providentia con los Sacerdotes que nos ha regalado el Señor!. La alegría y la sencillez con la que han dedicado su vida a servir es, para mi, encomiable. Don Ramón, Don José María, Don Francisco Parrilla y Don Francisco (también hemos rezado mucho por Don Pedro y Don Jesús), son un medio precioso que Dios nos ha puesto para caminar de su mano.

 

En la Eucaristía que celebramos en la Catedral de Santiago de Compostela, tuve la oportunidad de rezar “casi” de verdad (nunca rezaré de verdad para Él). Me fijaba en el “Botafumeiro” y pensaba en los católicos. Un simil que se me ocurrió y que en los testimonios del autobús conté a todos: el botafumeiro oscila, y hay momentos en los que se encuentra tocando el cielo, muy cerca de Dios, estos momentos los podríamos comparar con aquellos en los que vivimos intensamente nuestra Fe. Pero también, hay otros momentos que se encuentra rozando el suelo, en los más lejano de Dios (que podríamos comparar con momentos difíciles en los que nuestra Fe se tambalea). Pero siempre, siempre, el perfume que invade el botafumeiro es agradable a Dios y huele a santidad. Quizá así deberíamos ser todos. Seguramente a lo largo de nuestra vida viviremos momentos difíciles y momentos de alegría, pero nunca debemos olvidarnos quién es nuestro Padre, y por lo tanto, siempre debemos ser ejemplares para Él, aunque sea una empresa muy difícil.

 

Todo esto, quizá lo he vivido con más fuerza por el empuje inicial que nuestra Santa Protectora Teresa de Jesús nos dio en Ávila. Ir a la Encarnación y más en concreto, a la capilla de la Transverberación, es siempre especial. Para mí, permitidme la osadía, es muy especial, ya que Santa Teresa es también la titular de mi Parroquia en Almería. Y  encima, esta vez venía con nosotros un Peregrino ejemplar. Aquel que supo dar en la tierra el Amor de Dios en mayúsculas. El Padre Ávila, siempre será un magnífico ejemplo a quien podríamos imitar para acercarnos a Cristo en la cruz.

 

Gracias a todos por este viaje, ha sido una experiencia de Dios muy fuerte, y sin duda, para algunos, el comienzo de un nuevo camino junto a Providentia, y para otros, la continuación del mismo.

 

Siempre a vuestra disposición,

Ricardo.