SOLEMNE MISA- FIESTA DE NUESTRA SEÑORA DE LA DIVINA PROVIDENCIA


14 noviembre 2020.-
14 noviembre 2020.-


Marcaban las 13:00 horas los relojes cuando la cruz y los ciriales, que abrían la procesión solemne, entraban en la Iglesia de las Esclavas - Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús -, seguidos de un buen número de sacerdotes que acompañaban a D. Francisco Pérez González en esta fiesta de la Virgen de la Providencia.

 

Solemne entrada mientras las voces del Coro infantil Pedro de Mena ambientaban el alma de todos los que allí, acudíamos a agasajar a nuestra madre y el arzobispo incensaba el altar y la imagen de Nuestra Señora.

 

Tras el salmo angelicalmente interpretado por dos niños del coro y el Evangelio de las bodas de Caná bellamente cantado por D. Jesús Zapata, llegaba el momento de escuchar las indicaciones de D. Francisco.

 

Buscó desde el evangelio proclamado el sentido de la espiritualidad que desprendía el pasaje. Una espiritualidad que necesita ser cultivada y curada en sus heridas como hacemos con el cuerpo y la mente. Una espiritualidad que tiene que estar basada en el argumento del perdón que es el que trasforma el agua insípida del rencor en el vino dulce de la reconciliación y que D. Francisco contaba desde su experiencia personal.

 

La Virgen, como esa madre que no se cansa de esperar, cada año nos convoca para restañar nuestras heridas y pedir al Hijo que convierta nuestra mísera agua en vino dulce que llevar al hermano, al prójimo.

 

Al llegar el momento de acción de gracias, D. Ramón recordó la trayectoria de amistad que le unía con D. Francisco al que describió como un ángel en la tierra. Providentia quiso agradecer su cariño y su visita con el obsequio de un pectoral que fue entregado por el presidente.

 

Nuestro agradecimiento a las Esclavas, por su agradabilísima acogida, así como por su cariño hacia ProvidentiaAl Vicario General D. Miguel Romera Domene, al Vicario para la acción pastoral y el clero D. Manuel Pozo Oller, al secretario del apostolado Seglar y del mar D. Antonio J. Marín Acuyo, a los miembros de las diferentes cofradías que nos quisieron acompañar, y sobre todo a D. Francisco Pérez González que supo animar y contagiarnos su cariño a la Virgen y su esperanza en la Providencia.